martes, 28 de enero de 2014

Grita Cuando Tengas Que Gritar

Era una de esas clases de baile acelerado donde ponían música latina y bailaban sin ritmo al son de la canción que cada uno llevaba en su cabeza.  Eran dos las que se aventuraron a conocer aquel sitio, que les llamaba tanto la atención. Desde afuera, se oían los gritos de emoción y determinación. Entonces decidieron entrar.

Las recibió un ácido olor a sudor y una profesora con emoción desbordante. ‘’ ¡Vengan! Por aquí está el salón,’’ decía mientras se amarraba el cabello de tal forma que parecía se iba a sacudir mucho.  Siguieron a la morena por los pasillos, mientras sentían la energía del lugar. Finalmente llegaron a su destino, y empezó la música. Era un ritmo nuevo para ellas, pero tan pronto vieron como el resto de la clase bailaba tan libremente,  se unieron sin pensarlo dos veces. Pasaban los minutos, cambiaba la canción, y caían las gotas de sudor al piso. 

Repentinamente, y sin signo alguno de anuncio, los cuasi-bailarines empezaron a gritar. Gritaban fuertemente las palabras claves de la canción que estaba en ese momento sonando. No duró mucho en que una de las nuevas del grupo se uniera. Para el final de la segunda canción gritada ya parecía que era una veterana en ese círculo tan extraño de gente.  Expiró el tiempo de la clase, y tristes pero agotadas tuvieron que irse. Entonces la que gritaba cuando el resto gritaba, le pregunta a la que no gritaba: ‘’ ¿Por qué no gritabas cuando todos gritábamos? ¿No entendiste que ese era el punto del baile? ‘’ decía con cara de verdadera confusión.

A eso le respondió la que no gritaba, Lucía, pensativa  ‘’Pues no se… ¿se suponía que debía hacerlo? Estaba distraída pensado en otras cosas…’’. Y aquí fue donde empezó la apasionada conversación.
Zara, la gritona, completamente perpleja le lanzó un pedazo información difícil de dirigir.

‘’Exactamente por eso hay veces que no te entiendo Lucía. Haces mil cosas en un día: que si ir a correr, que si ir a la universidad, que si cocinar, que si estudiar con tu hermanitos, que si cuidar de tu nuevo negocio. Pero, nunca te veo completamente concentrada en lo que haces. Estás siempre pensando en la próxima actividad, en como optimizar tu tiempo, en como cumplir con mayor efectividad. Y te doy el crédito: ¡lo logras todo!’’ decía confusa de las palabras que salían de su boca. Como si la Zara que estuviese hablando no fuera la Zara que Zara conoce.  De la misma manera, Lucía escuchaba con asombro, mientras jugaba con sus manos nerviosamente.

 Entonces las palabras siguieron saliendo de su boca, tal y como los gritos salían en la clase de baile, ‘’Logras siempre tus objetivos, pero vives diciendo que tu vida es aburrida. Y siéndote sincera, tienes una de las vidas más agitadas que conozco.’’

Lucía la veía con una cara de confusión, tratando de hacer sentido de lo que su muy callada amiga Zara decía mientras contradecía su personalidad de introvertida.

Segura de no haber terminado de decir todo lo que tenía que decir, continuó: ‘’ ¿Cómo puedes esperar que tu vida no sea aburrida si todas las cosas que haces, no las disfrutas? ‘’  exclamaba, sin darse cuenta que ya le habían dado vuelta a la barriada ya cuatro veces. 

‘’¿ Y de dónde sacas tu todas esas ideas, loca? ¿Acaso piensas que necesito que me digas como vivir mi vida? ‘’, ya Lucía se estaba enfadando, sintiendo un leve reproche de su muy querida pero en esta ocasión muy entrometida amiga Zara.

‘’No son ningunas ideas loca. Escucha lo que te digo. Nuestras mentes están pasando por un proceso evolutivo del que no nos estamos dando cuenta. Ahora con tanta tecnología y entretenimiento nos estamos acostumbrando a cambiar de canal, cambiar de canción, cambiar de página de Internet, o hasta cambiar de persona con la que hablamos por celular con tan solo un click. Es tan fácil como eso. Y es natural pensar que así funciona con el resto de las actividades, cuando no es de esa manera. La vida real necesita mucha más atención que el mundo cibernético. Es lo que te está pasando a ti, en carne y hueso.  Al tratar de aplicar lo que  parece funcionar en el mundo tecnológico, nos perdemos de las sutilezas del día a día. Y te digo amiga, lo sabroso de la comida se siente cuando saboreas bien. No cuando tragas.’’

Cuando Zara terminó de explicarle a su amiga lo que ni ella sabía que significaba en esos momentos, se encontró con que su querida amiga estaba viendo su celular escribiendo un mensaje a su madre diciéndole que ya iba a estudiar con sus hermanos.

‘’Bueno Zara en verdad no tengo idea de que me acabas de decir. Un poco de cosas que no tienen sentido. Avísame cuando te vuelva la cordura y quieras volver a hablar de cosas normales.  Me tengo que ir, me esperan en la casa y luego tengo que ir a la universidad.’’  Y así se fue, caminando rápido por las calles conocidas, que de conocidas no tenían nada. 

Entonces pasó el tiempo, y Zara continuó yendo a las clases de baile, gritando cuando debía gritar.
Un día Lucía paso por aquel lugar que le había llamado la atención una vez y decidió volver a entrar. Esta vez noto algo diferente en la pared. Decía: ‘’Academia de Vida a Través De La Danza’’, ese era el nombre de aquella academia tan extraña. Caminó por los pasillos que ya conocía pero con ojos que esta vez veían más. Los colores vívidos de las paredes,  las personas energéticamente deslumbrantes y los gritos que por primera vez quiso entender.

Casi que como una epifanía de esas que tienen los filósofos, Lucía lo entendió.

Entró, bailó y gritó.

Finalmente, pensó Zara viéndola desde una esquina, Lucía entendió como gritar cuando eso te pide la danza.


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