lunes, 20 de enero de 2014

Primera Historia - Cuba

Con la primera persona que hablé me relacioné bastante, ya que viene de Cuba. Como dice Celia Cruz, ‘somos hermanos, tenemos pasaporte latinoamericano’. A un día de conocernos, yo de metiche y curiosa, le pregunto sobre la situación de Cuba. A todo esto,  esperándome  un ‘’ No me provoca hablar de eso, lo siento’’ me encontré con un ‘’Ay niña te voy a contar todo’’.         
                                 Y así fue, me contó de todo. Primero me contó cosas que ya más o menos sabía. Me dijo que todos los medios son estatales, nada privado. Solo tienen 4 canales de televisión, el Internet es censurado, y solo se puede tener en un Internet Café. Tienen dos monedas, el Peso Cubano Convertible y el peso cubano.  El salario es pagado en pesos cubanos, pero el intercambio comercial (con lo que se compra en tiendas y paga en restaurantes) es el Peso Convertible.                    
                 Aquí viene la traba: la tasa de cambio es de 25 pesos cubanos por un solo Peso Convertible. Todo esto, mientras un salario promedio es de $456 pesos cubanos. A todo esto yo saco mi calculadora y empiezo a calcular. Me fue inevitable decir ‘’ ¡Pero así no se puede vivir! No alcanza para nada’’.  Me retracté de una vez, pensando que había sido maleducada, pero me paró en seco. Me dijo, ‘’Oye, pero no te preocupes. Sabes, en Cuba no hay dinero pero en Cuba siempre se come. Y se come bien.’’  No pude ocultar mi asombro, ya que los números en mi cabeza no me daban ni para que una sola persona pudiera comer.
Aquí fue donde me contó sobre las maravillosas personas que vivían a su alrededor. Si un día a un vecino no le alcanzaba para comer con lo que le daba el Estado, y ya no tenía dinero, todos los vecinos se juntaban para ‘’llenarle el plato’’.  Aquí me empezó a hablar de cómo en Cuba, a raíz de su situación social y política, la gente era mucho más solidaria que acá en Europa. Me contó que las familias eran más unidas, porque era necesario y que se pedía más de la gente.
Dada la situación, no hay tiempo de estar como el ‘’moco’’, como diríamos los panameños. Me cuenta que logró su potencial máximo en la universidad, y que desde niños se les enseña que tienen que dar lo mejor de si mismos para poder salir adelante. Esto resulta en los tan astutos e ingeniosos cubanos que vemos por nuestras calles. También me contaba, que los fines de semana era una rumba llena de baile, de merengue y salsa asegurada donde las risas y coqueteos sobraban.
A diferencia de lo que vemos y oímos siempre, esta vez escuché un lado de la historia diferente. No estoy diciendo que en Cuba no haya opresión, tristeza y pobreza. Solo estoy escribiendo el nuevo lado que descubrí: Que también hay mucha felicidad, apoyo al prójimo, familia, y ganas de superación. 

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